8 horas en el Principado de Mónaco, fueron más que suficiente como para apreciar este bello estado independiente y soberano que se encuentra a orillas del mediterráneo y a los pies del sur de los Alpes.

Mónaco siempre me llamó la atención y venir a conocer este lugar, me parecía algo como inalcanzable; ya que es muy reconocido como un lugar solo para ricos y famosos.

Lo bueno de los crucero para mi: es que tienes la oportunidad de conocer varias ciudades en distintos países; sin tener que cambiar de hotel, ni preocuparte del traslado hacia ellas.

Como el barco no atraco en el puerto; tuvimos que tomar unas lanchas pequeñas para poder trasladarnos hasta Montecarlo.

Desde el puerto pueden irse caminando hasta el municipio de Montecarlo, el casco histórico y al palacio real. A mí me encanta caminar y explorar los lugares que estoy visitando; pero si no es el caso de ustedes, pueden tomar los autobuses turísticos de dos pisos para que recorran la ciudad, ogian acerca de ella y luego bajarse donde más les interese.

A mano izquierda del puerto está el acceso hacia la colina donde esta el casco histórico de Mónaco.

Pueden empezar visitando el instituto Oceanográfico y luego recorrer las antiguas calles, hasta llegar a la plaza donde se encuentra el palacio real.

El palacio real está construido sobre lo que fue originalmente una fortaleza levantada por los genoveses en el siglo XIII. Como el país no cuenta con mucho espacio en terreno, los príncipes de Mónaco, han tenido que conformarse con un solo palacio real; así que si lo visitan se darán cuenta de las reformaciones con diferentes gustos hechas por cada uno de sus ocupantes.

Como en casi todos los palacios reales en Europa vale la pena ver los cambios de guardia; el de Mónaco es todos los días a las 11:55 am.

Hay algunos días al año en que el palacio real permanece cerrado por alguna actividad que ocurre en el principado: como el Gran Premio F1; así que si van a Mónaco, chequen si durante su estadía estará cerrado por algún motivo.

Los boletos los venden en un puesto turístico al frente del palacio; les comento esto porque me di cuenta que mucha gente hacia la cola para entrar y cuando llegaban a la entrada se enteraban que allí no vendía los boletos para el palacio real.

Los adultos pagan 8€, los niños de 8 a 14 años y estudiantes pagan 4€. Pueden combinar la compra de los boletos para el palacio real, el museo oceanográfico o para la colección de autos del príncipe y ahorrarse uno euros; así que chequen para ver si les conviene hacerlo. (Yo no me enteré acerca de eso cuando estuve en Mónaco 🙁 )

Dentro del palacio real no se permiten fotos, así que se las debo. Con los boletos vienen incluidos unos radios-guías, donde escucharan en detalle todo lo relacionado al palacio como: el Salón Luis XV en amarillo y oro; el Salón Mazarin, la Salle du Trone decorada con una chimenea impresionante de estilo renacentista; la Chapelle Paltine construida en el siglo XVII y la escalera de mármol de carrare de doble giro del siglo XVII.

Después de visitar el palacio real, tomamos uno de los autobuses de dos pisos para recorrer la ciudad y ver donde bajarnos para ir a conocer el famoso casino de Mónaco “Le casino de Monte-Carlo”.

El casino de Montecarlo es uno de los atractivos turísticos más destacados del principado.

Aparte del área de juegos de azar está: el Gran Teatro de Montecarlo, una casa de ballet y una ópera.

Después de visitar el casino y sus alrededores volvimos a tomar el autobús de dos pisos para seguir viendo la ciudad.

De regreso nos bajamos por el área del puerto y nos regresamos caminando para disfrutar de la vista y del día que estaba muy bonito.

El principado de Mónaco es bien pequeño; un día fue más que suficiente para recorrer y ver lo más importante de el. Pero les cuento que me hubiese gustado poder quedarme más tiempo para explorarlo y conocerlo mejor.